HISTORIA
Por medio del decreto del 9 de diciembre de 2014, Monseñor Julio Parrilla Díaz, obispo de la Diócesis de Riobamba, erigió la Parroquia Personal Indígena San Juan Diego Cuahutlatoatzin, para atender las diferentes y urgentes necesidades pastorales de los más de 30.000 indígenas residentes en la ciudad de Riobamba. Esta parroquia tiene como sede la Casa de Pastoral Indígena ubicada en la esquina de las calles Velasco y Guayaquil.
Breve descripción pastoral de la parroquia:
Desde hace unos 15 años, los indígenas buscaron en la ciudad de Riobamba un referente no solo de trabajo y estudio sino también de residencia. Si hasta fines de los años 90 los indígenas consideraban a Riobamba como un lugar de tránsito o de visitas ocasionales hacia los mercados, oficinas públicas o bufetes de abogados, a partir del año 2000, cuando se agudizó la crisis económica a nivel nacional, buscaron en el exterior o en ciudades ecuatorianas la manera de revertir la pobreza y mejorar en algo sus condiciones de vida.
Muchos de los migrantes que regresaron, principalmente de Europa y Estados Unidos, invirtieron en negocios de pequeño y mediano alcance –panaderías, cabinas telefónicas, Cooperativas de Ahorro y Crédito, restaurantes, tiendas-, para lo cual debieron establecer residencia fija en la ciudad. Además de ellos, están indígenas que, gracias a su profesionalización, pudieron convertirse en profesores de escuelas, colegios y universidades, empleados públicos o privados. Otros, con menos oportunidades, debieron conformarse con vender cosas en las calles. Además de los anteriores, están los estudiantes de colegios y universidades que se vieron obligados a fijar su residencia en la ciudad para poder atender los requerimientos propios de sus estudios.
El flujo del campo a la ciudad se hizo cada vez más intenso y muchos de los migrantes temporales se convirtieron en migrantes permanentes o residentes que ocasionalmente van a sus comunidades para participar en eventos considerados como importantes.
Se estima entre 30.000 y 35.000 el número de indígenas que residen en Riobamba, cuyo número, por las dificultades que atraviesan actualmente las comunidades rurales, podrá ir en aumento.
Es necesario decir también que el número de evangélicos y miembros de otras agrupaciones religiosas es considerable. Sabemos que dentro de las prácticas propias de estos grupos está el acercarse a personas que están atravesando situaciones emocionales y económicas difíciles para ofrecerles su ayuda. Por eso se precisa, desde una instancia apropiada de la Pastoral Indígena, presentar alternativas no sólo religiosas sino igualmente de promoción humana y social.
Los jóvenes indígenas tienen como únicos referentes aquellos espacios donde trabajan o estudian sin oportunidad de confrontar y cuestionar ofertas y expectativas que les confunden y les hacen presa fácil de grupos y movimientos que llegan a poner en tela de juicio su cultura e identidad. Se hacen más profundas las divisiones intergeneracionales y los padres de familia pierden autoridad trasladándose ésta a otros actores que no siempre guían adecuadamente a los jóvenes de ambos sexos.
Los niños, al igual que muchos jóvenes, por la presión recibida en escuelas y colegios, pero también por el medio social en el cual se desenvuelven y, en ocasiones por la presión de sus propios padres, van dejando de lado su idioma considerándolo como algo inútil dentro de las perspectivas de inserción que tienen en el proyecto de sociedad difundido por el Estado y el mundo no indígena.
Las nuevas tecnologías y las llamadas redes sociales han llegado a influir de manera decisiva en el cambio de los paradigmas de comportamiento y relación de jóvenes y algunos sectores adultos residentes en la ciudad.
El cambio del paisaje rural por el urbano ha logrado despertar otros sentimientos, representaciones e interpretaciones con respecto a valores considerados como fundamentales como la tierra y la Pachamama o naturaleza en general. Esto incide en la manera de relacionarse a nivel familiar y barrial por cuanto, al no tener vida de comunidad, incluida la autoridad del cabildo, comienzan a darse comportamientos disociadores que, a la postre, terminan reproduciendo formas ajenas a la cultura y a la vida en común.
Pese a esto, en algunos sectores de la ciudad, los residentes comenzaron a buscar la forma de encontrarse para tener sus reuniones o asambleas con el fin de compartir la palabra de Dios, cantar y, eventualmente, contar con una celebración eucarística. En la actualidad existen unos ocho grupos, de diferente tamaño, que se reúnen semanal o diariamente para llevar adelante estas actividades. Algunos de estos grupos o comunidades cuentan con servidores que se desempeñan como animadores y desean formación y acompañamiento para formalizar actividades como la catequesis y la eucaristía mensual. Dichos grupos han contado con el acompañamiento de las Hermanas Lauritas.
Áreas prioritarias de evangelización de la parroquia: Formación, liturgia, catequesis, jóvenes, pastoral social.